[icon color=»Accent-Color» size=»regular» image=»steadysets-icon-chat»] Contexto


Spot de la campaña de Dilma Rousseff a la Presidencia de Brasil, durante la contienda de 2010, a nombre del Partido de los Trabajadores, PT. La estrategia de campaña de Lula, Dilma y el PT, se concentró en transmitir al electorado, 135 millones de brasileños, la necesidad de dar continuidad al ciclo de crecimiento económico y reducción de la pobreza que Brasil ha experimentado en los últimos ocho años. Para ello, era necesario comparar los resultados de los mandatos del presidente Lula (2003-2006 y 2007-2010) con los del anterior presidente del PSDB, Fernando Henrique Cardoso (1995-1998 y 1999-2002). Aunque en circunstancias muy diferentes y contextos internacionales sin parangón, la comparación de las cifras daba clara ventaja a la candidatura de Dilma. Adicionalmente se generó un aspecto emocional hacia Lula, lo cual propicio un ambiente plebiscitario en la contienda electoral. El perfil de Dilma era atractivo: descendiente de padre búlgaro y nacida en el Estado de Minas Gerais, en el seno de una familia de clase media, militó en su juventud en organizaciones revolucionarias marxistas (al contrario de Lula que siempre rechazó el calificativo de marxista, definiéndose como “un obrero metalúrgico”) y llegó a formar parte de la Vanguardia Armada Revolucionaria, hasta que fue detenida y condenada por un tribunal militar. Estuvo tres años en una prisión y fue torturada. Al salir de la prisión se instaló en Porto Alegre y concluyó su formación como economista en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (Lula nunca tuvo un título universitario). Fue en la capital del estado sureño donde inició su carrera política, en el gobierno de Alceu Colhares, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), al que Dilma se afilió y en el que permaneció hasta 1998, cuando ingresó en el PT. Antes de su aclamación como candidata, en el 4º Congreso Nacional del PT, el 20 de febrero de 2010, Dilma nunca se había enfrentado a la prueba de las urnas, aunque forjó una fama de gestora competente cuando Lula la llamó para ser responsable de la cartera de Minas y Energía (2003) y, con posterioridad, para ocupar el ministerio de la Casa Civil (2005), puesto clave como jefa de Gabinete y responsable de la presidencia. Lo más interesante del proceso electoral fue la forma como la popularidad de Lula se trasnfirió a Dilma por obra y gracia del mensaje de la campaña. Sin embargo, el triunfo no se alcanzó en la primera vuelta especialmente por tres razones: En primer lugar, por el sorprendente desempeño de la candidata Marina Silva (Partido Verde) que con una votación expresiva del 20 %, sumado al 32 % de Serra, obligó a un segundo turno y a que Dilma introdujese en su programa medidas ambientalistas que matizasen su fervor desarrollista. El voto verde se ha interpretado como un rechazo a la política tradicional, la manifestación de las tendencias de un electorado joven y cosmopolita, como demuestra que Marina ganase por amplia mayoría en la capital, Brasilia. En segundo lugar, por la irrupción en la campaña del debate sobre el aborto, que alejó a una franja significativa del electorado de la candidatura de Dilma. Para evitar la pérdida de esos votos, Dilma tuvo que retractarse públicamente de sus anteriores posiciones y comprometerse a no aprobar medidas de despenalización. En tercer lugar, por la pérdida de apoyo de los líderes de confesiones evangélicas, en creciente expansión en Brasil, que llegaron a recomendar a sus fieles no votar a Dilma por sus posturas ambiguas frente al aborto o la homosexualidad, y por su escaso fervor religioso. Lula aconsejó a Dilma un acercamiento a los evangélicos, lo que sucedió efectivamente y se materializó en un gran despliegue mediático con fotografías y crónicas audiovisuales de la candidata visitando templos y saludando a los pastores más influyentes. Por último, por el impacto en la clase media de una nueva denuncia de corrupción, en el último tramo de campaña, originada en la Casa Civil de Lula que obligó a su titular, la ministra Erenice Guerra, sucesora de Dilma, a presentar su dimisión.