[icon color=»Accent-Color» size=»regular» image=»steadysets-icon-chat»] Contexto
La campaña de Gustavo Petro no tuvo la capacidad de sensibilizar, generar recordación y contrarrestar el negativo que tenia algún segmento de la audiencia con respecto al pasado y las posiciones del candidato. No hubo una sola pieza dirigida a contrarrestar ese negativo. Eso fue un error. Pues uno no puede pasar por encima de las percepciones que tiene el electorado con respecto a un candidato determinado, sobre todo cuando dicho candidato ha tenido una vida fuera de lo común, como en el caso de Petro, que fue guerrillero, estuvo preso, fue amnistiado y mantuvo un discurso duro y polémico durante su paso por el Congreso de la República. Esta es la típica campaña en donde la campaña debe dirigirse a contrarrestar de manera creativa el negativo convirtiendo las vulnerabilidades en fortalezas, algo así como lo que hicieron los estrategas de Fernando de la Rua con el spot “dicen que soy aburrido”, o Vicente Fox con el spot de los amigos de Fox o los candidatos del PRI cuando en forma preventiva advertían que no iban a contestar agravios o acusaciones. La campaña de Petro, equivocadamente, se concentró únicamente en las propuestas a través de un formato en donde el vocero único de la aspiración es el candidato mismo, lo cual no tendría problema si el candidato no tuviera los altos niveles de negativo que tenia Petro, pero en el caso que nos ocupa hubiera sido más inteligente haber buscado vocerías diferentes, como el niño pelirrojo de los colorados en la campaña de Bordaberry en el Uruguay, que sensibilizaran al elector en forma más persuasiva, desviando la atención de las vulnerabilidades del candidato. Una campaña se dirige exclusivamente a lo programático cuando la percepción pública pone en duda la capacidad del candidato, como en el caso de José Mujica en Uruguay o Mauricio Funes en el Salvador, pero no era el caso de Petro quien es percibido como un hombre preparado y combativo, no había que sacarlo solo haciendo propuestas, hubieran podido aprovechar los spot para contrarrestar algunas vulnerabilidades o redireccionar algunas debilidades aparentes. Para eso es que sirve una campaña política inteligente. Una campaña no se trata de una carrera de propuestas a ver quien saca más. Nadie tiene tiempo para asimilar ese cúmulo de cifras, diagnósticos y soluciones que hacen algunos candidatos durante la campaña. En las campañas se necesitan mensajes cortes, persuasivos y reiterativos que se posicionen en forma efectiva en la audiencia. Eso no sucedió en la campaña de Petro. Mención aparte merece la imagen grafica de la campaña, inspirada en la estética de Andy Warhol, en donde el publicista realizó un ejercicio artístico curioso pero arriesgado políticamente pues en una elección lo que se necesita es generar identidad entre la imagen que aparece en el tarjetón electoral y la imagen de campaña. En una campaña no se trata de hacer un ejercicio estético sino un ejercicio pragmático que se traduzca en votos y claridad electoral. Este es el típico ejemplo de un publicista que sacrifica lo electoral en beneficio de lo artístico sin entender que un candidato se quiere ganar una elección y no un concurso de afiches o un premio de publicidad.