[icon color=»Accent-Color» size=»regular» image=»steadysets-icon-chat»] Contexto

Spot de la campaña de reelección de Luís Ignacio Lula da Silva durante la contienda electoral de 2006. La estrategia de campaña era la de capitalizar los logros del primer mandato de Lula pero el propósito fue empañado por las acusaciones de corrupción a algunos miembros del gobierno. La estrategia de los adversarios no debilitó la aspiración de Lula porque, pese a las acusaciones de sobornos a diputados, financiamiento ilegal de campañas electorales o partidas secretas en los fondos del partido, la mayoría de los brasileños dan por sentado que todos los partidos y todos los políticos son corruptos, en una medida u otra, por lo tanto, curiosamente, terminan votando por el que mejore las condiciones de vida en forma concreta. La campaña de Lula puso un tono emocional en su comunicación y al final logró proyectar cada vez mejor los aciertos de su gobierno. El slogan de la oposición “Basta de escándalos. Vote por un Brasil decente” no caló en una población que lo que quiere es educación, salud y trabajo. Lula estuvo liderando todas las encuestas desde el comienzo, eso lo volvió conservador y lo llevo a cometer errores como los de no asistir a los debates televisivos en la primera vuelta. Su mensaje giraba en torno a que las cosas iban bien y por lo tanto no había que cambiar el rumbo. La mayor parte de los votos de Lula se registraron en los sectores de menor nivel de ingreso e instrucción, segmentos que aseguraron en todo momento el primer lugar de su aspiración. En la primera campaña Lula se fundió con su Partido el Partido de los Trabajadores, en la segunda se desmarcó totalmente. Esto sirvió como inyección preventiva al electorado; se anticipó la estrategia de la oposición y se inoculó al electorado con un antivirus. El argumento era que el mal había sido cometido por personas del PT, no por Lula, a quien se empeñaron en presentar como una víctima más de inescrupulosos políticos.