Grafica de la campaña de Ottón Solís a la Presidencia de Costa Rica durante la contienda electoral de 2010, a nombre del Partido Acción Ciudadana. La estrategia de esta campaña debió ser la de volverse alternativa. Laura Chinchilla era el continuismo y Ottón no supo encarnar el cambio. El slogan La Costa Rica que Queremos, no era un grito de guerra ni se convirtió en un mensaje persuasivo. Viendo los distintos instrumentos de persuasión de la campaña se puede concluir que le sobró publicistas y le faltó estrategas. Al evaluar estratégicamente la campaña se encuentra uno con una estética buena que contrasta con la falta de disciplina de mensaje y con la ausencia de un camino temático claro y persuasivo. Por un lado va la pobreza, por el otro los valores, o el cambio, o la educación, o la justicia o la seguridad, y todo marcado con el Despertá, la Costa Rica que Queremos o los 500 mil Costarricenses en pobreza. La verdad es que a la campaña de Solís le hizo falta contundencia persuasiva. No sé que tan persuasivo es decirle a la gente que esta dormida, suena hasta ofensivo, existen muchos otros caminos, más persuasivos, para decir lo mismo. Otro aspecto de desorden de mensaje es el que hace referencia a la imagen impresa de la campaña, difícilmente encuentra una con más colores, imágenes o tipografías, es decir el reino de algún publicista creativo, la verdad es que en política funciona más menos creatividad y más disciplina visual. Ahí también se perdió contundencia. Ese mismo desorden primó en lo audiovisual, no lograron encontrar una estética que enmarcara todo, eso hizo que se perdiera fuerza y contundencia en el mensaje. La conclusión es clara: una campaña con iniciativa publicitaria pero sin rumbo estratégico, y eso conduce siempre a la derrota.
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