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La campaña de Alfonsín se da luego de la dictadura militar en la Argentina. El proceso democrático se había desencadenado luego de la Guerra de las Malvinas, en 1982, en donde la dictadura militar se inventa una guerra para maquillar el fracaso de sus políticas económicas y sociales. Alfonsín fue de los pocos políticos que se opuso al conflicto pues entendió que era una estrategia de la dictadura para revitalizarse. Luego de la derrota se abrió el proceso de transición democrática. Alfonsín se presenta a nombre de la Unión Cívica Radical. El adversario a vencer era el justicialista Italo Lúder, quien contaba con un amplio favoritismo en la opinión. Alfonsín es de los primeros políticos que utiliza una comunicación estratégica para su campaña política. Hasta él los candidatos veían la publicidad como algo accesorio y sin importancia y muchas veces el diseño era el fruto de la “creatividad” de los activistas o los mismos candidatos, es decir, acciones sin propósito estratégico, sin estética y sin mensaje. La campaña de Raúl Alfonsín contrató al publicista David Ratto y entrego a él la dirección estratégica de los instrumentos de persuasión. El estratega decidió personalizar la campaña en la imagen del candidato resaltando las cualidades que la población conocía y admiraba. La coyuntura política y lo vivido durante la dictadura militar generó que la campaña buscara transmitir una imagen pacifica ajena a cualquier conflicto o gesto que pudiera interpretarse como una incitación a la violencia. Con el fin de marcar su compromiso con la institucionalidad, y la democracia, el candidato cerraba sus discursos con el preámbulo de la Constitución Argentina. Fueron cuatro los instrumentos simbólicos de persuasión que uso la campaña: el óvalo con la sigla RA, el Preámbulo de la Constitución Nacional, el slogan “Ahora Alfonsín” y el saludo a la distancia identificaron el ideario, la coyuntura y el compromiso de Raúl Alfonsín. La campaña propició actos multitudinarios a los que llamaron los “Alfonsinazos”. El lenguaje de la campaña fue la calle, la plaza pública y una publicidad innovadora que marco una identidad que se volvió muy persuasiva. Alfonsín grabó 30 comerciales con los que entró a los hogares de los votantes. El óvalo azul y blanco con las letras “RA”, iniciales del candidato y de la República Argentina, que se utilizó para abrir los anuncios de televisión, fueron un acierto, como también lo fue la segmentación e mensajes a las mujeres, los trabajadores, la vivienda… etc. Las elecciones se realizaron el 30 de octubre de 1983 y Alfonsín triunfó obteniendo el 51,7% de los votos frente al 40,1% del peronismo. Una campaña estratégica e inteligente que supo contrarrestar las desventajas y potencializar las ventajas, derrotando a un adversario que asumió el desafió con los instrumentos tradicionales del mal político: la intuición y las acciones desordenadas. La campaña utilizó la televisión, los muros, los volantes y las paginas de los periódicos para enviar un mensaje disciplinado con una identidad visual clara y significativa. Esta, curiosamente, es la única pieza que puede interpretarse como de confrontación. En ella aparece Alfonsín en la parte superior contrastando con la inferior en donde aparece Isabel Martínez de Perón, Luder y otros justicialistas, encarnado el vació de poder y el autoritarismo.