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La Campaña de reelección de Ronald Reagan durante las elecciones de 1984 lo favoreció desde el comienzo. La economía se encuentra bien, los precios del petróleo están bajos y el déficit fiscal del gobierno federal no les importaba mucho a los ciudadanos. Reagan era un Presidente popular y su personalidad hacia que se conectara fácilmente con el ciudadano promedio. Parte de la popularidad del Presidente radicaba en haber devuelto a Norteamérica el sentido de potencia militar que era respetada por el resto del mundo, y Reagan se cuidaba mucho de que esa percepción continuara. En octubre de 1983 terroristas asesinan 241 infantes de marina en Beirut. A los pocos días Reagan ordena la invasión de Grenada con el fin de salvar la vida de un grupo de estudiantes norteamericanos que se encontraban en eventual peligro por parte del gobierno de izquierda que había subido al poder de la isla. Con ese hecho el prestigio militar de Norteamérica había sido devuelto ante la opinión pública. Era difícil enfrentar electoralmente a Reagan, pues no solo contaba con altos niveles de popularidad, sino que era un hombre demasiado hábil para comunicar y sintonizarse con el norteamericano promedio. Los demócratas eligieron como candidato al exvicepresidente Walter Mondale. La campaña demócrata eligió, por primera vez en la historia, a una mujer como formula: la representante por New York, Geraldine Ferraro, lamentablemente, los medios de comunicación pusieron sus luces sobre las finanzas del marido y Ferraro estuvo a la defensiva desde el comienzo de la carrera. Otro error, quizás el más grande, fue la propuesta de Mondale de aumentar los impuestos para solucionar el déficit fiscal del gobierno federal, imaginara usted como entendería el norteamericano la idea de que le subieran los impuestos para solucionar un problema que él no veía. El slogan de la campaña de Reagan era: «América Is Back», aunque al final de la campaña se popularizó el de “Liderazgo Trabajando”. Los spot mostraban americanos en actitudes patrióticas, con sus banderas y sus sonrisas, mientras compran casas, izan banderas, lavan el carro, trabajan o ven jugar a su equipo preferido. La música y el tono de campaña es positivo y optimista, dejando un mensaje claro: si estamos tan bien para que cambiar. La campaña fue totalmente emocional. La emocional campaña de reelección fue diseñada por un grupo de ejecutivos de la publicidad que incluía nombres como los de Hal Riney, Philip Dusenberry y Jerry Della Femina. El resultado estratégico fue una campaña inspiradora que supo conectarse con el sentimiento que inundaba al americano. Para los anuncios se buscó una voz que sonara familiar a los ciudadanos por su posicionamiento en la venta de carros, descuentos de supermercado y otros de similar factura. El tono positivo de la campaña se mantuvo, curiosamente, hasta en los ataques a Mondale. Se traba de posicionar un mensaje contra el demócrata pero sin música estridente o imágenes negativas, como lo hizo Nixon en su época. Así por ejemplo a los anuncios de Mondale hablando el desbordado gasto militar, respondía la campaña de Reagan con un anuncio en donde un oso, metáfora de los soviéticos, ronda nuestra casa mientras el locutor pregunta si no es más inteligente ser más fuerte que el oso. En cuento a las críticas de Mondale al “Reaganomics”, o plan económico de Reagan, diciendo que era injusto con la clase media, Reagan responde con el “Mondalenomics” que es injusto para con todos. Los anuncios de Reagan vinculaban a Mondale, una y otra vez, con la administración de Carter, de no muy grata recordación en la opinión pública.