Contexto
Pieza de la campaña de Ronald Reagan a la Presidencia de los Estados Unidos durante la contienda de 1980. La administración Carter se encuentra desgastada y la opinión siente que el respeto hacia su país ha sido vulnerado. El 4 de noviembre de 1979 un grupo de estudiantes iraníes asaltan la embajada americana en Teherán en protesta a la entrada del depuesto Sha en territorio norteamericano. Los asaltantes toman como rehenes a 53 ciudadanos norteamericanos. Los siguientes doce meses el hecho es cubierto por la prensa mundial trasmitiendo un sentimiento de impotencia y desasosiego al americano promedio. Al hecho se agrega el incremento en los precios del petróleo, y el correlativo aumento en la gasolina, y el repunte de la inflación a un 18%. Los astros aparecen alineados para un jugador como Ronald Reagan, un exactor de Hollywood que fue elegido gobernador de California en 1966 y estuvo a punto de ser nominado por los republicanos en 1976. Carter se convertiría en el primer demócrata en perder la reelección presidencial desde Grover Cleveland en 1888. Los iraníes esperarían el cambio de gobierno para entregar los rehenes. El slogan de la campaña republicana fue “Es tiempo de un liderazgo fuerte”. Los spot de Reagan no son particularmente ingeniosos. La pieza central de campaña era un spot biográfico en donde se enfatizaban sus éxitos en la reducción del déficit fiscal de California y cómo había bajado los impuestos a los ciudadanos del Estado. El resto de los anuncios marcaban un mensaje constante en la mente del elector: “Esta usted mejor hoy que hace 4 años?” Esa pregunta era acompañada con spot que recordaban la inflación económica y el drama de los rehenes, despertando el sentimiento de vulnerabilidad en los ciudadanos. Uno de los spot tomaba una imagen de Ted Kennedy gritando: “No más Jimmy Carter”, con piezas como esas abrían el camino para las disidencias demócratas. Los mensajes terminaron de minar la poca credibilidad del gobierno Carter. Al final los demócratas trataron de hacer una embestida dirigida a crear miedo sobre Reagan y su ansia de militarismo, pero no funcionó la estrategia por la personalidad de Reagan, siempre sonriendo y con un gracejo a flor de piel, se veía de todo menos peligroso. Al final Reagan ganó contundentemente con el 50.7% de los votos contra el 41.2% de Carter.
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