La campaña a la Presidencia de los Estados Unidos de 1968 estuvo enmarcada en un contexto socialmente convulsionado. El número de norteamericanos en Vietnam había pasado de 16.000, en 1963, a más de 500.000 en 1968. Los norteamericanos observaban, desde la sala de sus casas, las imágenes televisivas de una barbarie que no parecía tener fin. El pacifismo se tomaba las calles y los adeptos a sus postulados crecían sostenidamente. El Presidente Johnson había visto deteriorarse su liderazgo con las noticias de la guerra y las bolsas que trasportaban los cadáveres de los jóvenes norteamericanos. El Presidente no buscó la reelección. Unos días después, en Memphis, Tennessee, fue asesinado Martin Luther King y se generaron disturbios en cientos de ciudades norteamericanas. Unos meses después caería asesinado Robert Kennedy, luego de ganar las primarias demócratas en California. El candidato demócrata seria elegido en una convención desordenada y tumultuosa que termino yéndose, sin mucha convicción, por el nombre del Vicepresidente Hubert Humphrey. Los republicanos, por su parte, nominaron a Richard Nixon quien apeló en su discurso a esa “Mayoría Silenciosa” que trabaja, cuida sus hogares y cumple la ley, solo que es invisible para unos medios que solo evidencian los que gritan, apedrean o desordenan. Su propuesta pretendía devolver el orden perdido y no se cansaba de prometer la estabilidad que habían vivido con Eisenhower. Como cosa curiosa un independiente, George Wallace de Alabama, se lanzó tratando de capitalizar el descontento de muchos ciudadanos con los partidos tradicionales. El slogan de campaña de Nixon era: “Vote su mundo entero depende de eso”. La estrategia desarrollada a través de los spot buscaba generar la percepción de un país fuera de control, con el crimen creciendo, las calles inseguras y una guerra perdida en un lugar perdido de Asia. Los spot ligaron esa situación desastrosa a la administración demócrata de la cual hacia parte Humphrey. El más controvertido de los spot, titulado “Convención” mostraba a un Humphrey sonriendo mientras se yuxtaponían las imágenes de Vietnam y el desorden de la convención demócrata mientras sonaba la canción de Dixieland «Hot Time in the Old Town Tonight. El mensaje era claro: Humphrey representaba ese desorden del que estaban cansados los americanos de bien. La campaña de Nixon estuvo bien diseñada estratégicamente en donde nada con respecto al candidato era dejado al azar. Nixon solo apareció en escenarios controlados y previamente libreteados. El Republicano había aprendido de su enfrentamiento con Kennedy cuatro años antes. Entendió que la campaña era una puesta en escena y así lo hizo a través de programas pagados en donde el público era elegido cuidadosamente. Los resultados le dieron el triunfo a Richard Nixon por un estrecho margen del voto popular.
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