[icon color=»Accent-Color» size=»regular» image=»steadysets-icon-chat»] Contexto
La campaña de Marco Enríquez-Ominami capitalizó el deseo de cambio al interior de la Concertación. Marco lidero una disidencia surgida de la negativa de la Concertación de elegir a su candidato en forma democrática, imponiendo el nombre de Eduardo Frei. El 12 de junio de 2009, Enríquez-Ominami, formalizó su renuncia al partido socialista y se presentó como candidato independiente avalado por el Partido Humanista, el Partido Ecologista, el Movimiento Amplio Social, el Movimiento SurDA, el Movimiento Red Progresista, el Movimiento Regionalista y el Movimiento Unificado de Minorías Sexuales. La aspiración tuvo todas las características del “outsider”: temas osados, estética desafiante, militancia juvenil y libertad táctica.
La estrategia televisiva de Marco Enríquez-Ominami estuvo marcada por algunas piezas previsibles, en formato tradicional, y por otras más creativas en donde hubo algunas, y hay que decirlo con claridad, que tuvieron una frontera muy tenue entre la osadía y el ridículo. Marco era un candidato joven, muy joven, que dividió a las fuerzas de izquierda y se convirtió en el fenómeno político de la contienda electoral, obteniendo, al final de la primera vuelta, un sorprendente 20.14% de los votos. Su publicidad televisiva se puede dividir entre las piezas creativas, las piezas tradicionales y las piezas osadas.
Entre las creativas se ubican spots como aquellos en los que se utilizan marcos de cuadros para enmarcar segmentos poblacionales como jóvenes, trabajadores, homosexuales y el mismo candidato. Esta pieza es atractiva, moderna y aprovecha en forma creativa la analogía que se puede generar entre el nombre del candidato y el objeto de comunicación. En este segmento también esta el spot en donde algunos niños cuentan que pertenecen a hogares en donde su madre es la cabeza de hogar y esta situación es aprovechada por la pieza para evidenciar una realidad social chilena. Es una pieza atractiva y bien desarrollada que posiciona un mensaje interesante en una sociedad tan tradicional como la chilena. En la misma línea esta la pieza en donde un niño le pregunta a su madre que qué hay de almuerzo y de dice que Piñera, Frei y Arrate, y el niño, decepcionado, afirma que es lo mismo de siempre. Es una pieza efectiva y con un mensaje claro y persuasivo al segmento poblacional que se busca persuadir. Otra pieza de gran creatividad y vocación persuasiva es la que hace referencia a las diferencias salariales entre los hombres y las mujeres. Es una pieza bien desarrollada dirigida a los segmentos urbanos femeninos.
Entre las piezas tradicionales están aquellas en donde el candidato sale con ayudas de visuales a explicar sus propuestas, o la visualización del jingle, o aquella en donde algunas personas aplauden a alguien en la calle, o aquella en donde distintos segmentos cantan algunas iniciativas del candidato o el biográfico que fuera de largo se mostró un poco reiterativo en el exilio de su madre y el asesinato de su padre.
Entre las piezas osadas se destaca sin lugar a dudas aquella en donde un hombre, con bata y actitud de investigador científico, le da una sonora bofetada al candidato para concluir que Marco es sensible, con la misma estética se hicieron otros donde intenta darle otra bofetada al candidato y este la detiene con la mano, para concluir, el científico, que el candidato aprende, y así otros en donde se concluye que Marco es flexible, atrayente, sin pelos en la lengua, sin riqueza, no discriminador y transparente, entre otros. Estos instrumentos visuales fueron algo osados y así lo entendieron campañas como la de Sebastian Piñera que no perdieron la oportunidad de diseñar algunos elementos de comunicación para burlarse de propuestas estratégicas como estas.
Al comparar la campaña televisiva de Marco Enríquez-Ominami con la de sus adversarios, Eduardo Frei y Sebastian Piñera, debe uno concluir que fue infinitamente inferior en recursos visuales, sonoros y mensaje. Los instrumentos que propiciaron recordación eran algo polémicos y de alguna forma hasta elementales, pues pegarle una bofetada a alguien para decir que es sensible es, por decir lo menos, un recurso algo burdo y de una gran simplicidad.