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Spot de la Campaña de Barack Obama a la Presidencia de los Estados Unidos durante la contienda electoral de 2012 a nombre del Partido Demócrata teniendo a Mitt Romney del Partido republicano como adversario. La campaña se centro en el liderazgo y las calidades personales de Obama sobretodo en épocas de nubarrones económicos e internacionales. “Ustedes me conocen, saben quién soy”, repetía Obama en sus discursos. La gente sabia, más o menos, qué puede esperar de Obama, cuales eran sus virtudes y cuáles sus defectos. Sabían que había hecho un gran esfuerzo por mejorar la situación económica, aunque lo hubiera conseguido solo en parte. Sabían que era un hombre honesto que no iba a dar lugar a escándalos ni corruptelas. Frente a eso, los demócratas, convirtieron a Romney en la encarnación de la incertidumbre. De convicciones siempre fluctuantes, era imposible predecir qué Romney encontraríamos en la Casa Blanca, si el extremistas de las primarias o el moderado de la campaña presidencial. Esa ambivalencia se volvió contra él. Al final Barack Obama obtuvo la reelección para un segundo mandato gracias a la extraordinaria capacidad de movilización de su campaña y a la consolidación de una nueva gran coalición demócrata integrada por latinos, mujeres y jóvenes que, ayudada por la desconfianza de la clase media hacia el Partido Republicano, desdibujo por un tiempo el mapa electoral de Estados Unidos. Fue una victoria mayor de lo esperada en cuanto a votos del Colegio Electoral -332 frente a 206-, pero ajustada en cuanto a votos populares. Obama repitió victoria en todos los estados que había ganado en 2008, excepto Indiana y Carolina del Norte, pero solo tuvo tres millones de votos más que el candidato republicano, Mitt Romney: 60 millones (un 50,3%) frente a 57 millones (un 48,7%). Es una diferencia algo inferior a la que George Bush alcanzó contra John Kerry en 2004 y bastante menor a la ventaja con la que fueron reelegidos Bill Clinton y Ronald Reagan. Fueron muchas las circunstancias que contribuyeron a la victoria de Obama. Desde su conducción de la catástrofe del huracán Sandy, en drástico contraste con lo que ocurrió durante el Katrina y Bush, hasta las limitaciones de su rival, Romney, atrapado por una imagen de millonario oportunista que pesó sobre él como una losa.