La campaña de Menem estuvo marcada por los contactos personales apelando al carisma del candidato. El Menemóvil, las cabalgatas y las “ñoquiadas” son expresiones de esa estrategia. Los argentinos palparon así a un candidato autentico, similar al hombre rural y diferente a ese líder urbano como Alfonsín que los había llevado a la crisis económica y social en la que se encontraban. Menem buscó al electorado en su ámbito cotidiano, eso lo hizo parecer cercano. La campaña de 1989 no fue muy mediática. Los afiches respondían a la estética tradicional donde una foto, sin mayor técnica, era acompañada por un slogan con el que se cumplía un requisito sin un propósito estratégico. La campaña fue similar a la de los antiguos caudillos del peronismo rural: a caballo, con poncho, patillas y algarabía de pueblo en pueblo, de calle en calle.
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