Afiche de Campaña de Jacques Chirac durante la contienda electoral de 1995. El mandato de Mitterand culminaba, luego de 14 años, y en el panorama político aparecían nueve nombres que aspiraban a sucederlo. Los que lideraban las encuestas eran el socialista Lionel Jospin, el Conservador Jacques Chirac, el disidente conservador Edouard Balladur y el ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Los socialistas se encuentras desgastados después de muchos años y se abre la posibilidad de un gobierno de otra tendencia. Aunque, a decir verdad, Chirac no lograba conectar con el electorado. La campaña tomó como símbolo el manzano. La primera vez que mostraron aquel símbolo fue durante el lanzamiento del libro “La France pour tous” en donde aparecía no solo el manzano sino uno de los slogan que utilizaría la campaña. A partir de ahí las manzanas quedaron unidas a la imagen del candidato. Chirac parece haber nacido candidato. Se le ve a gusto. Domina la materia. Parte debe de ser natural, parte experiencia pues no en vano éste es su tercer intento de alcanzar la Presidencia de la República. Y ésta es la vez que toca más de cerca el Elíseo. Ha sido además diputado, eurodiputado y alcalde de París. Tres décadas en campaña. Forma parte del paisaje electoral francés. Chirac acertó eligiendo una campaña larga. Se demoro cuatro meses en igualar la popularidad del primer ministro pero no perdió el tiempo. En estos meses, Chirac visitó todas las regiones de Francia. Es un maestro en el contacto callejero, se demora, mira a los ojos, aprieta la mano de los transeúntes. Así fue construyendo su mensaje de liderazgo, cambio, crecimiento de salarios como motor de la recuperación y discurso contra las elites. Las intervenciones de Chirac son teatrales y evocan gestualmente a De Gaulle. Procura trasmitir frescura e informalidad. Se desplaza en un Citroën Cx bastante usado. Es un coche que hace tiempo que no usa el poder en Francia (el Renault Safrane es el coche oficial de los ministros) ni los hombres de negocios (Peugeot 605 o vehículos extranjeros). Un CX que fue punta de lanza del diseño francés pero que hoy suena a pasado de moda. Tiene 63 años y encabeza las preferencias de los votantes más jóvenes. Lleva toda la vida en el «establishment» y hace un discurso contra la elite parisina. He aquí algunos extractos significativos de su discurso: «Algunos piensan hoy que la acción política se resume en la gestión prudente de presiones impuestas desde el exterior. La sociedad se habría convertido en una especie de gran mercado donde la oferta se ajusta a la demanda en función de los equilibrios de fuerzas del momento. Yo no me reconozco en esa visión pesimista». «Así se ha instalado un reino del pensamiento único, un pensamiento que nunca se pone en cuestión, que se separa de la vida y se cierra en sí mismo con el único fin de defender el orden existente». «Un vuelco total de la lógica existente es indispensable… ocuparse de los parados está bien. Atacar el paro, mejor. Es mejor pagar para que un parado encuentre trabajo que pagarle para que no haga nada». La medida de choque del programa de Chirac es subvencionar la contratación de desempleados de larga duración. El que gane recibirá un país en crisis con una deuda pública correspondiente al 45 por ciento del PBI y un desempleo del 11,5 por ciento, es decir 2,9 millones de personas. Un horizonte nada halagüeño que es asumido durante la campaña con un gesto de tranquilidad y donaire que termina por darle el triunfo.
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