Pieza Grafica de la campaña de Elisa Carrió durante las elecciones de 2003. La imagen de Carrió oscila entre el fundamentalismo y la honradez a toda prueba. En su paso por el Congreso de caracterizó por su lucha contra la corrupción y su denuncia de las practicas políticas tradicionales. El ambiente político no podía ser peor: la caída de Fernando De la Rúa, la devaluación, el default y la agudísima crisis económica de 2001-2002 hicieron de esta campaña algo especial. Los políticos tradicionales se enfrentaron a nuevas fuerzas. La “nueva política” estuvo representada por dos políticos que en realidad tuvieron una larga militancia en el radicalismo, pero que decidieron abandonarlo en los últimos años: Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, enfrentados entre ellos en lo ideológico pero cercanos en su énfasis ético-institucional y en su común origen radical. Ninguno de los candidatos supo capitalizar mayoritariamente el descontento ciudadano y lo que se presentó fue un choque de maquinarias. La maquinaria electoral de Menem contra la maquinaria electoral de Duhalde, encarnada en la formula Kirchner-Scioli. En ese escenario Carrió quedo de quinta con una votación de 2.720.696 votos que representaron el 14.1% del total.
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