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Afiche de campaña de John McCain en las elecciones de 2008. El candidato es un héroe americano, anciano y vinculado a unos de los gobiernos más desprestigiados de la historia reciente. Los desafíos fueron asumidos estratégicamente con el fin de contrarrestar los negativos, Bush y la edad, y potencializar los positivos, héroe de guerra en una coyuntura de lucha contra el terrorismo. En cuanto a su pertenencia al Partido Republicano se trato de evidenciar a Reagan en lugar de a Bush. No fueron pocos los spots en donde se mostraban las imágenes de un Mccain joven caminando algunos metros del brazo de Ronald Reagan, uno de los iconos políticos norteamericanos. La edad, obviamente se declaraba como experiencia y buscó una formula vicepresidencia muy joven, mandando así un mensaje que al final no salió muy bien. Por otro lado la guerra le había enseñado patriotismo, dignidad y valor, tres características que ayudarían, según el mensaje de campaña, a propiciar un desenlace decoroso al conflicto en Irak. Los adversarios, sin embargo, posicionaron, a través de varios spots, que McCain y Bush eran lo mismo. Durante el transcurso de la campaña Obama se volvió una estrella. Millones de personas veían sus intervenciones en televisión y se estremecían con su discurso emocional. Una de sus intervenciones fue vista por más de 40 millones de personas, más que ningún evento político desde que comenzaron las mediciones en 1960, una audiencia mayor que la que tuvo la apertura de las Olimpíadas o la final de American Idol. A McCain le sucede lo mismo que un grupo de rock de pueblo al que le toca subir al escenario después de Los Beatles: no importa cuán bien lo haga, todo parece poco. Se trato de volver esa popularidad como algo negativo con un video en donde comparaban a Obama con Paris Milton, pero eso no salió bien. Los temas de la campaña cambian varias veces durante la contienda y con ellos los mensajes. La oscilación se da entre la guerra, al comienzo de la campaña, y la crisis económica, al final.  En los debates televisivos Obama mostró más destreza en el manejo de los problemas económicos que agobian a EEUU y acertó en su crítica a la dirección que Bush, y su copartidario McCain, le han dado a la guerra. McCain, por su parte, subrayó, una y otra vez, la falta de experiencia de Obama para asumir la presidencia del país. En avisos pagados, McCain destacó la relación de Obama con personalidades que despertaban desconfianza. En la etapa final de la contienda electoral McCain concentró sus esfuerzos en atacar la figura de Obama, tratando de minar su confiabilidad. Obama, por su parte, recordará, una y otra vez, al pueblo norteamericano, que la recesión económica es culpa de los republicanos. En la recta final la estrategia de Obama consiste en dirigir su mensaje a los sectores que ocupan posiciones en el centro político, buscando posiciones más tradicionales para neutralizar los esfuerzos de McCain quien trata de convencer a los indecisos. La estrategia de McCain se ha concentrado en consolidar el electorado fundamentalista y atraer los votos conservadores de la clase trabajadora. Los fundamentalistas se convirtieron en una masa electoral importante desde que Reagan los organizó en torno al Partido Republicano. El estilo y el carisma de Obama opacaron a McCain. Los afiches de McCain son formales, serios, inducen al patriotismo. Ese mensaje, esta vez, no sirvió. Bush desgasto ese lenguaje en el electorado. La campaña sucia fue la regla de esta confrontación. El senador por Arizona adelanto una estrategia dirigida a cuestionar la personalidad y los valores de Obama, sembrando dudas sobre su pasado, tratando de asustar al electorado. La campaña de Obama supo reaccionar a tiempo a los ataques y ninguno hizo el daño que esperaban los republicanos.