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Afiche de campaña para las elecciones presidenciales de 1964. Estas elecciones estuvieron marcadas por el asesinato de J.F Kennedy. Con esa muerte se diluyeron todas las posibilidades de Goldwater. Esto puede parecer curioso, pues, el asesino de Kennedy era un comunista, lo cual, en teoría, debía favorecer al candidato anticomunista, es decir, a Golwater, sin embargo, la campaña demócrata interpretó el hecho como consecuencia de fuerzas de derecha y logró vender su interpretación hábilmente. La campaña demócrata fue efectiva en mostrar a Goldwater como un hombre radical, caduco y fuera de su tiempo. Las caricaturas mostraban a sus seguidores con afiches que decían: “Goldwater for President, 1864”. Se le acusó de racista y de estar en contra de la Ley de Derechos Civiles. Lyndon Jonson, su adversario, dijo que era «un demagogo vociferante y loco de atar que quiere destruir la sociedad». El candidato demócrata, y presidente en ejercicio, no se quedó ahí, sino que cargó contra los partidarios de su contrincante en estos términos: «Parecían querer dar marcha atrás al reloj en cada una de las conquistas de los últimos 30 años, sólo por tener la oportunidad de votar [gritando] nigge, nigger, nigger». Goldwater propuso probar las armas nucleares con las que contaba el arsenal atómico, ya que, según informes técnicos, era probable que muchos estuvieran defectuosos. La campaña demócrata se apoyó en ese hecho para diseñar uno de los spots más recordados y efectivos de la historia electoral norteamericana. En el video se veía una niña deshojando una margarita, la cámara se iba acercando a uno de sus enormes ojos azules hasta que se producía un fundido en negro y el final de una cuenta atrás. Acto seguido se veía una explosión nuclear, a la que sucedía la voz de Johnson, que decía: «¡Esto es lo que está en juego! Construir un mundo en el que todos los hijos de Dios puedan vivir, o poner rumbo a las tinieblas. Debemos amarnos los unos a los otros; de lo contrario, moriremos». Su campaña no tuvo capacidad de reacción ni pudo comunicar en forma positiva las ideas de campaña. El adversario marcó el tono, la agenda y los ritmos. La derrota que sufrió el candidato republicano fue histórica: sus 27 millones de votos sólo le sirvieron para obtener 52 sufragios en el colegio electoral. Johnson, por su parte, se hizo con el apoyo de 43 millones de norteamericanos y con 486 votos en el colegio. Goldwater ganó en 6 estados; Johnson, en 44. Pocas veces un candidato a la Casa Blanca ha sufrido una derrota tan estrepitosa. El afiche a Goldwater con una mirada poco atractiva, casi perdida, y una expresión entre preocupada y distraída. Un discurso tan duro como el Goldwater hubiera podido ser contrarrestada con una imagen sonriente y atractiva.