[icon color=»Accent-Color» size=»regular» image=»steadysets-icon-chat»] Contexto

Spot de la campaña de Fernando de La Rua durante las elecciones de 1999. La campaña de la Alianza que lideraba De la Rua no había logrado un perfil de comunicación durante la contienda. El candidato no se veía osado y contrastaba con la imagen presidencia que habían dejado los mandatos de Menem en la percepción publica. Menem era divertido, atrevido, audaz y hasta un poco desvergonzado. En un gesto inusual en la política tradicional De la Rua afirma en el spot: «Dicen que soy aburrido» lo cual era a todas luces un gesto de audacia sin precedentes. Fue el comienzo de la transformación que, pocos dudan hoy, lo convirtió en presidente electo. Los estrategas tuvieron la clarividencia de juzgar a su candidato con serenidad y contrarrestar el negativo que privaba de persuasión a sus planteamientos. Volvieron fortaleza su debilidad más evidente: la falta de osadía. David Ratto, uno de los creativos estratégicos del concepto, afirmó: «Sabíamos cuáles eran las limitaciones, cuáles eran los problemas que la gente sentía que tenía De la Rúa. Lo primero que dijimos fue: vamos a hablar del candidato por lo que el candidato es. Está el viejo dicho de que se puede engañar a parte del mundo parte del tiempo, no a todo el mundo todo el tiempo. Y lo peligroso que es.» Ahí nació el famoso “aburrido”. Antonio Cafiero, un senador peronista, había encontrado una ofensa ingeniosa contra el candidato de la Alianza que ya se difundía, a través del voz a voz, por las calles: «No hay nada más aburrido que un domingo de lluvia, sin fútbol y con De la Rúa como presidente». La idea, como bien la sintetizó Ramiro Agulla otro de los creativos, era “convencer a la gente no de que De la Rúa se puede parecer al excéntrico Menem, sino de que la Argentina se tiene que parecer a De la Rúa”. La frase se volvió a marca. Los niños le pedían al candidato que «hiciera el aburrido», en sus visitas a los colegios o durante los viajes de campaña. Antes de pasarlo al aire se lo mostraron a Dick Morris, el asesor de imagen norteamericano que trabajó con Bill Clinton y ahora estaba con De la Rúa. Morris le preguntó a Antonio de la Rúa cuándo pretendían ponerlo al aire, al saber que seria en un par de horas, en el horario de mayor audiencia, le dijo al joven De la Rua: “le acabas de arruinar la carrera política a tu padre…”. Agulla está convencido de que, con ese aviso, «De la Rúa entró en la piel de todos los argentinos, de los niños, de las familias. Fue lo que captó la atención de todo lo que vino después. Era mostrar a un tipo capaz de hablar de lo que sea. Hablaba con honestidad. Y si se pensaba que De la Rúa era un tipo que dudaba, era mejor tener a la gente pensando que no, que es aburrido. Porque se puede ser presidente y aburrido, pero no se puede ser presidente dubitativo o débil. Era poner a la gente a hablar de lo que nosotros queríamos que hablara y olvidar lo que nosotros queríamos que olvidara». Luego de este spot la comunicación de la campaña se volvió más osada, no podían bajar el nivel de audacia. Agulla resolvió que el siguiente paso era contrarrestar la indecisión con la que era percibido De la Rua. Para el siguiente spot vistió de comandos armados a un grupo de actores y los puso a caminar detrás de un De la Rúa vestido con una gabardina oscura, de aspecto presidencial. La idea «surgió para poner un icono de fortaleza explícito, exagerado a propósito», explicó en su momento el mismo Agulla. La imagen, según el asesor estratégico, mostró «el tamaño del candidato». La apuesta era grande pero De la Rua podía asumirla pues solo él tenia la dimensión democrática y de honorabilidad para hacer una escena de esas, «Poné cualquier nombre adelante y es Al Capone o Elliot Ness. Nadie puede dudar del sentido de república de Fernando de la Rúa», afirma el estratega. «Poné cualquier cara diciendo: yo no miento. Poné cualquier cara diciendo: soy aburrido. Poné cualquier cara con tres tipos con escopeta atrás. Es el valor de De la Rúa», coincide Ratto. Su percepción de honorabilidad es tan grande que «Si ven a De la Rúa con la mano en la lata van a pensar que está poniendo y no sacando dinero», acota Stuhlman, otro de los miembros del equipo estratégico. Los tres primeros spot de televisión fueron una secuencia que comenzó a contrarrestar las vulnerabilidades del candidatos. Primero fue el de aburrido, luego el de los 100 pasos que eran los que supuestamente separaban De la Rúa de la Casa Rosada, y el del Voy a ser presidente, en el que el candidato se mostraba como la encarnación del cambio. Una vez que habían construido favorabilidad hacia el candidato empezaron a legitimarlo temáticamente. De la Rúa contra la corrupción; contra el desempleo…. Al final Fernando De la Rua fue elegido Presidente y el justicialismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. La Alianza y su fórmula De la Rúa-Álvarez obtuvo el 48,5% de los sufragios, contra el 38,09% del binomio peronista Eduardo Duhalde-Ramón Ortega. En tercer lugar, con el 10,09% de los votos, aparecía el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.